Estonia,
el primer país digital del mundo
Una antigua república
soviética a orillas del mar Báltico es la sociedad digital más avanzada del
planeta. Improbable pero cierto. En el tranvía de camino al trabajo o en la
sala de espera del dentista, sus ciudadanos pueden matar el tiempo en Facebook
o hacer la compra semanal, pero también renovar su pasaporte, firmar un
documento o crear una empresa. Bienvenidos a Estonia, el país que ha puesto la
tecnología por bandera.
En el sistema estonio, los
ciudadanos son los únicos propietarios de sus datos ‘online’. Consultarlos sin
razón constituye un delito
Hoy el 99% de los trámites
oficiales —un total de 1.789— pueden realizarse en cualquier momento: el portal
gubernamental está abierto las 24 horas de los siete días de la semana. Solo
las operaciones inmobiliarias, casarse o divorciarse exigen su presencia
física. Los estonios tan solo necesitan una conexión a Internet para votar,
renovar su carnet de conducir, consultar las recetas médicas, presentar
reclamaciones por importes menores a 2.000 euros, hacer la declaración de la
renta, impugnar una multa de tráfico, cambiar la dirección de su domicilio,
registrar una empresa, firmar documentos, ver las notas de sus hijos y
comunicarse con los profesores, acceder a su historial médico… Y sus
gobernantes predican con el ejemplo: el papel desapareció de las reuniones del
Consejo de Ministros en el año 2000 y el primer ministro estampa su firma
digital en una pantalla para que las leyes entren en vigor. Ventajas de
disfrutar de e-Estonia, un ecosistema eficiente, transparente y seguro
que se ha convertido en un ejemplo mundial. El 70% del PIB se nutre del sector
servicios, y aquellos relacionados con las tecnologías de la información y la
comunicación son los que más aportaron al crecimiento de la riqueza nacional en
2016. Además, esta digitalización, presumen, les supone un ahorro del 2% del
PIB anual en salarios y gastos. Y no se cansan de repetirlo: si ellos han
construido una sociedad digital, cualquiera puede hacerlo. Ese fue el mensaje
que lanzaron durante su reciente presidencia del Consejo de la Unión Europea.
La innovación no puede ser patrimonio exclusivo del sector privado, los
Gobiernos no pueden quedarse atrás, así que basta de excusas. No es una
cuestión de dinero. Tampoco de tamaño. Tan solo se necesita voluntad política.
“La cifra de alumnos,
entre los 7 y los 18 años, es de 960 y somos un total de 65 profesores. Hay
wifi en todas las instalaciones y, aunque sea hora de entrar en clase no oiréis
el timbre, cada alumno debe ser responsable y llegar puntual. Enseñamos ciberseguridad,
robótica y programación, tenemos un laboratorio de drones, utilizamos
impresoras 3D y ahora estamos buscando financiación para las clases de realidad
virtual y aumentada. Aquí no hacemos hincapié en las habilidades digitales
porque ya forman parte de nuestra vida diaria y tampoco son lo más importante:
nuestros pilares son las artes, el deporte y la tecnología”.
La iniciativa estrella es la residencia virtual.
Estonia aspira a ser a los servicios digitales lo que suiza es a los servicios
bancaria.
Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/04/05/eps/1522927807_984041.html
Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/04/05/eps/1522927807_984041.html